Concebir mellizos, trillizos y hasta cuatrillizos es una experiencia un poco inusual. Es cierto que se produce una gran incertidumbre por el impacto que causa el número justo cuando la emoción lo gobierna todo. Sin embargo, hay situaciones aún más sorpresivas. ¿Qué sucedería si descubres que pronto darás la bienvenida a siete bebés? Puede sonar fuera de lo normal pero eso es exactamente lo que descubrió la joven pareja de Kenny y Bobbi McCaughey. Ellos, que sólo buscaban tener un bebé más para acompañar a su primera hija, ¡se encontraron con la sorpresa de sus vidas! Lo inolvidable de esta historia es cómo los septillizos McCaughey sobrevivieron a sus precarios primeros meses de vida. ¡No vas a querer perderte la increíble historia de los primeros septillizos supervivientes del mundo!
Kenny y Bobbi McCaughey, una joven pareja de Iowa, Estados Unidos, buscaba agrandar la familia y fueron al médico para un chequeo de rutina para saber cómo avanzaba el tratamiento de fertilidad que habían comenzado tiempo atrás. Mientras le hacían estudios, los médicos se encontraron con algo extraordinario en el vientre de Bobbi.
No fue solo un embrión el que apareció en la ecografía… ¡Eran SIETE! Si bien los mellizos y otros tipos de nacimientos múltiples son bastante comunes para las personas que se someten a tratamientos de fertilidad, el hecho de que sean septillizos era -y es- considerablemente inusual. Ante este escenario, la pareja se encontraba ante una situación difícil, con decisiones relacionadas de forma directa con la vida o la muerte de Bobbi y de los bebés.
Al principio, entre tantas emociones mezcladas, Kenny McCaughey no podía creer lo que les anunciaron. “¿Cuántos?”, se preguntó en ese momento. “Siete”, le dijeron. “¡Ohhhhh”, fue lo que atinó a expresar. Y luego dijo: “No, no, ¿de verdad?”
La pareja admitió que al comienzo experimentaron un “terror total” ante la posibilidad de tener septillizos pero la realidad de los hechos hizo que no tardaran mucho en asimilarlo. Sin embargo, ninguno de los dos imaginaba lo que sería el proceso del embarazo de siete bebés.
La pareja ya había sufrido inconvenientes para concebir a Mikayla, su primera hija. En esta oportunidad, estaban comprensiblemente más preocupadas porque la situación era de mucha más complejidad. Bobbi sentía que su cuerpo crecía más rápido que en su embarazo anterior sin saber exactamente lo que ocurriría luego.
Poco tiempo después, cuando Bobbi se sentaba, su panza de embarazada casi tocaba sus rodillas. “Era algo aterrador. Veía las estrías cada vez más grandes y más arriba y sólo pensaba ‘¿cuánto tiempo más puede seguir creciendo este cuerpo?’”. Mientras tanto, nadie podría adivinar lo que pasaría más adelante.
El hecho de llevar un bebé adentro del cuerpo le causa a una madre una cierta cantidad cambios físicos. Y también nuevos dolores. Bobbi McCaughey, de contextura pequeña, ¡tenía siete bebitos en su panza! En medio de la alegría de saber que pronto se convertirían en padres de una familia muy numerosa, apareció el desafío físico del embarazo.
Mientras aumentaban la tensión y el dolor, también se incrementaban las preocupaciones sobre el costo financiero de mantener a una familia tan grande. Sin saber lo que les depararía el futuro, los McCaughey comenzaron a orar para que el rezo los guíe en tan compleja situación. A pesar de la fe, los médicos pronto les plantearían la necesidad de tomar una difícil decisión.
Debido a su múltiple embarazo, Bobbi McCaughey tenía que ser monitoreada de forma permanente por los médicos. Cuando la pareja analizó sus opciones ante el embarazo de alto riesgo, los médicos les informaron acerca de una controvertida opción: la “reducción selectiva”.
En ese momento, la pareja ya había ganado la atención de los medios de comunicación y daba la impresión de que todos tenían una opinión sobre cómo deberían abordar el procedimiento que sólo protege a los embriones con más posibilidades de supervivencia. Sin embargo, los McCaughey sorprenderían al mundo con su decisión final.
Bajo el bombardeo permanente de opiniones sobre el futuro de los bebés, la pareja discutió el tema en privado y analizó todos los riesgos potenciales de la reducción selectiva.
Bobbi y Kenny eran devotos bautistas y tomar la decisión no fue tan difícil como lo imaginaban. Finalmente pensaron que sería demasiado difícil y rechazaron la reducción selectiva de forma irrevocable. El instinto maternal de Bobbi le indicó que todo se resolvería y, así, la pareja siguió adelante con su fe y puso todo “en manos de Dios”.
Al tomar la decisión de continuar con el múltiple embarazo y descartar la reducción selectiva, la pareja se encontró aún más en el foco de la opinión pública. A pesar de estar muy seguros de lo que habían decidido, no encontraron un apoyo masivo debido a su negativa a elegir la operación que les daría a algunos embriones mejores oportunidades de supervivencia.
“Al principio, de cada diez cartas que recibíamos diciéndonos que estaban felices por nosotros, nos llegaban también otras en las que nos acusaban de ‘explotar’ a los niños y ser egoístas acerca de desperdiciar los recursos del mundo con una familia tan grande”, explicó Bobbi. Más allá de las dolorosas críticas ocasionales, la pareja empezaría a vivir algo más fuerte que los sensibilizaría durante un buen tiempo.
Tras superar el shock inicial, los McCaughey comenzaron a vivir el embarazo con alegría aunque sin dejar de lado la preocupación por la logística de tener que cuidar a tantos niños. A medida que las noticias sobre los septillizos se difundían, la familia se convertía en una sensación nacional. Esto generó, para su sorpresa, una increíble ola de donaciones.
Muchas personas que nunca habían conocido les enviaban regalos pensados para los pequeños por nacer. Desde pañales hasta una provisión anual de macarrones con queso Kraft. Incluso otros les ofrecieron sus servicios para cuidar a los bebés y hasta una camioneta grande para la familia. ¿Lo más sorprendente? ¡Una casa de 465 metros cuadrados! La pareja estaba abrumada por la cantidad de gestos amables pero, por mucho que trataron de prepararse, aún les esperaban muchas sorpresas.
A medida que se acercaba la fecha de parto de los septillizos, los McCaughey consultaron con los médicos acerca de la mejor forma de continuar y lo que deberían contemplar para el parto. El temor aumentaba mientras las semanas iban pasando. En general, Bobbi se sintió bien hasta la semana 28 pero pronto notó que algo estaba cambiando.
El 19 de noviembre de 1997 Bobbi llevaba ya 30 semanas de este extraordinario embarazo de septillizos. Medía 140 centímetros alrededor de la cintura (cerca del doble del tamaño promedio durante un embarazo completo de 40 semanas) cuando de repente tuvo que ser trasladada de urgencia al hospital.
Nueve semanas antes de la fecha pautada para el nacimiento de los septillizos, Bobbi McCaughey fue llevada de urgencia al hospital para adelantar el parto. Un equipo de 40 médicos y especialistas se encontraba en la sala de parto para asistir en el ya meticulosamente planificado alumbramiento. Nadie imaginaba cómo se desarrollaría todo.
Por suerte -y de manera sorpresiva- el parto no fue del todo complicado y los siete bebés nacieron en cuestión de un promedio de seis minutos entre unos y otros. Los siete nacieron a través una delicada cesárea y en medio de un mar de emotivas y felices lágrimas. Si bien el parto había sido bastante fluido, las siguientes horas -y días- serían cruciales para la supervivencia de los siete hermanitos recién llegados al mundo.
Por suerte, los siete bebés -cuatro varones y tres mujeres- sobrevivieron al parto de forma exitosa. La pareja ya había elegido una lista de nombres y, en orden de nacimiento, les asignaron los siguientes: Kenny Jr., Alexis, Natalie, Kelsey, Nathan, Brandon y Joel.
Como es común en los embarazos con más de un embrión, los bebés recién nacidos eran prematuros. Pesaban entre 1,2 a 1,5 kilogramos. Debido a esto, necesitaban atención médica especial y por ello fueron trasladados a la unidad de cuidados intensivos neonatales. Allí pasarían meses antes de que todos pudieran irse a casa.
Tres largos meses y diez días después del parto, los septillizos McCaughey pudieron finalmente irse a su casa. Todos habían sobrevivido a los primeros meses críticos y la pareja se sintió realmente feliz cuando pudo subir a los siete a la camioneta familiar y comenzar juntos una nueva vida.
Aunque fueron una sorpresa para todo el mundo y pudieron sobrevivir tanto al embarazo de riesgo como al parto, dos de ellos, Alexis y Nathan, nacieron con parálisis cerebral. Ambos se tuvieron que enfrentar a trastornos musculares, que más tarde dificultarían la posibilidad de caminar sin ayuda. Sin embargo, y de forma increíble, todos los bebitos se encontraban sanos de una u otra manera. Cuando la familia de ahora diez miembros se instaló en su nueva vida hogareña, no imaginaban quién se haría eco de su asombrosa historia.
Los médicos habían advertido de forma pública de que existía la posibilidad de que no todos los bebés McCaughey podrían sobrevivir. Esto puso en vilo a todos hasta que por milagro los bebés hicieron historia al ser el primer grupo de septillizos que habían sobrevivido como tales. Con esto a su favor, el septeto obtuvo aún más atención de los medios y conocieron a importantes figuras.
Todos en Estados Unidos estaban maravillados con los septillizos, que aparecían en portadas de importantes publicaciones como Time y Newsweek, entre otras. El entonces presidente Bill Clinton llamó de forma personal a la familia para felicitarlos. Más adelante se encontraron con George W. Bush y, para celebrar su primer cumpleaños, fueron invitados al Show de Oprah Winfrey. Sin embargo, en bambalinas, criar a siete bebés se había convertido en algo bien complicado.
Durante esos primeros meses, la necesidad de atender a tantos bebés a la vez fue todo un reto para la familia McCaughey. Aunque Bobbi y Kenny estaban en la gloria en la casa que siempre habían soñado, el ritmo de pañales que se cambiaba a diario allí ¡alcanzaba los 52!
Y no sólo eso: la cantidad de biberones diarios ascendía de forma astronómica a un total de 42. Entre los horarios para las mamaderas, los cambios de pañales y los llantos, el cuidado de los septillizos no sólo consumía mucho tiempo sino también recursos. Para su suerte, la pareja contaba con un ingenioso plan para el futuro.
Para darle de comer a una familia de diez personas, los McCaughey tuvieron que ser inteligentes respecto a la economía luego de que las primeras donaciones comenzaran a escasear. Con ocho niños en edad de crecimiento, los alimentos volarían de forma muy rápida. Así, la pareja empezó a comprar víveres en grandes cantidades para optimizar sus presupuestos.
Gracias a su cuidada administración del dinero, la familia sólo gastaba unos 300 dólares por mes en alimentos. ¡Increíble! Esa suma era entonces, de forma aproximada, el promedio de gasto mensual en comida de una familia estadounidense de cuatro miembros. A medida que fueron pasando los años, los McCaughey idearon otros sistemas para mantener y cuidar a la familia.
La crianza de los septillizos McCaughey y de su hermana mayor Mikayla se convirtió en un trabajo de tiempo completo. Debido a esto, Kenny y Bobbi necesitaban un poco de ayuda adicional para las tareas del hogar y el cuidado de los niños. Durante la infancia de los septillizos, la familia acogió a un total de 35 ayudantes voluntarios.
Los recados, la limpieza y la hora de sueño de los bebés debían convivir con otras agitadas actividades cotidianas. En su momento, la pareja descubrió que, además del estilo “buffet” para comer que reinaba en la casa, criar a sus hijos en modo “jardín de infantes” era lo que más ayudaba a mantener bajas las facturas de gastos y a llenar los estómagos de diez personas. Los años pasaban y el interés público sobre la vida de los milagrosos septillizos no decaía. Ante ese escenario, la familia tuvo que enfrentar nuevamente otra difícil decisión.
Cuando los niños cumplieron diez años, la pareja decidió rechazar la mayoría de las solicitudes de entrevistas que les enviaban los medios. A diferencia de otras numerosas familias, que habían abierto sus hogares a los reality shows como “Jon y Kate Gosselin”, los McCaughey prefirieron no compartir sus vidas con extraños.
A medida que el furor inicial de los medios de comunicación por los septillizos aumentaba, la pareja recibió una carta de los ya famosos quintillizos Dionne en la que instaban a los padres a esquivar las trampas de la fama que ellos mismos habían sufrido. Fuera o no por ese mensaje, los McCaughey optaron por criar a sus hijos de la manera más privada posible. Pero, como siempre ocurre, hubo algunas excepciones.
Desde que se enteraron del múltiple embarazo, los medios de comunicación empujaron a los septillizos McCaughey a la fama. Mientas el mundo se fascinaba con ellos y sus padres agradecían toda la atención recibida, nadie en la familia quería estar constantemente frente a una cámara. Otra que el caso Kardashian.
A pesar de férrea decisión, los McCaughey hicieron algunas excepciones especiales para que algunos medios supieran más detalles de la vida de todos ellos. Cada año, la familia permitía que se realizara un especial de cumpleaños de Dateline en el que se daba una breve visión actualizada de esas extraordinarias vidas. Años después, a pesar del hermetismo, el mundo se enteraría de algo sorprendente.
Nadie duda que en la casa de los McCaughey siempre hubo mucha acción. Todo el tiempo había alguien con quien jugar y algo que hacer. En 2010, cuando los hermanitos cumplieron 13 años, se embarcaron a algo nuevo: producir un documental.
Ann Curry fue la anfitriona de la producción del canal TLC que documentó las vidas de los septillizos. El filme documental “America’s Septuples Turn 13” (Los septillizos de EEUU cumplen 13) fue emitido un mes después de que los hermanos soplaran 91 velas entre todos. Como suele ocurrir, la adolescencia les presentaría a los siete nuevas penas y alegrías.
Alexis y Nathan, dos de los famosos septillizos, tuvieron que lidiar en sus vidas con los desafíos de haber nacido con parálisis cerebral. Durante la mayor parte de su infancia tuvieron que usar andadores pero eso no impidió que fueran valientes y estuvieran dispuestos a superar el desafío y mejorar. Nada los detuvo.
En una extraordinaria demostración de autonomía, Nathan se propuso mejorar sus habilidades motoras. “Me auto enseñé a caminar porque realmente quería aprender a hacerlo. Y estoy mejorando cada día más “, contó. Con la ayuda permanente de su amorosa familia, tanto Nathan como Alexis siguieron persiguiendo sus sueños. Pero Alexis se animaría a hacer algo más que la convertiría en una inspiración para muchas otras jóvenes mujeres.
Lejos de permitir que la parálisis cerebral le arruine su vida, Alexis McCaughey disfrutó de todo lo que el destino le tenía preparado. En esa línea, la joven participó en concursos de belleza para niños con necesidades especiales y su familia siempre estuvo allí con ella para animarla cuando, con mucho coraje, subía a los escenarios.
En 2013, Alexis ganó el concurso “Teen Miss Dream Made True” (Joven “Los Sueños se Hacen Realidad”) que tuvo lugar en Carroll, Iowa. Además se graduó dentro del 15% de mejores alumnos de su clase en la escuela secundaria. A medida que Alexis avanzaba -y servía como líder motivacional-, continuó haciendo historia junto a sus hermanos como parte de los primeros septillizos que habían sobrevivido al embarazo, al parto, a la vida misma. Pero esto no termina aquí.
Los McCaughey educaron a los septillizos en su casa durante su primera infancia. La dinámica era que Bobbi llevaba a los niños -algo así como media aula en una escuela- a la cocina de la casa para que reciban su educación temprana. El tiempo pasó, llegó la escuela primaria y allí ocurrió algo que nunca había pasado: se separaron.
Después del período del jardín de infantes en el hogar, los hermanos comenzaron la escuela primaria y fueron divididos en diferentes clases, donde hicieron sus propios amigos y se desarrollaron de forma individual. Si bien siempre habían sido definidos como septillizos, les había llegado la hora de perfeccionar sus propias personalidades e ir a por sus intereses. Antes de que lo supieran, todos juntos se enfrentarían a otro gran momento de sus vidas.
Como todos los niños a su misma edad, a los septillizos preadolescentes les había llegado el turno de comenzar la secundaria. En 2012, empezaron las clases en la escuela Carlisle High School (Carlisle, Iowa). Cada día era así: siete almuerzos, siete mochilas empacados y el autobús que pasaba a buscarlos por su casa para enfrentar los nuevos desafíos de la adolescencia.
Recorrer esos años del secundario nunca es fácil para nadie pero los hermanos McCaughey se tenían el uno al otro. Incluso si era difícil para profesores y compañeros recordar todos los nombres, nada se compara al reto que vivieron sus padres de lidiar con siete adolescentes en plena ebullición hormonal. De forma curiosa, durante esa etapa ocurrió algo que puso ciertas cosas en su lugar en la vida de los septillizos.
Desde muy pequeños, era claro que cada uno de los hermanos tenía su propia personalidad y rasgos únicos. Si bien los septillizos McCaughey estaban acostumbrados a ser siempre “agrupados”, todos valoraban siempre su individualismo como parte de la dinámica familiar.
Alexis el “estudioso”. Kenny Jr. el “payaso” de la clase. Kelsey y Brandon los que hacían reír a la familia y buenos atletas. Brandon, el más terco y audaz. Ocupados con sus propios pasatiempos, todos coincidían en una gratificante actividad.
¿Cabe alguna duda de que los septillizos McCaughey podrían haber formado una banda musical por sí mismos? Claro que no. Y justamente la banda musical de la escuela fue un espacio que siempre los reunió, al margen de los intereses de cada uno como el “cross country”, la lucha, cantar en un coro, el fútbol americano y más.
Los septillizos tocaban sus instrumentos en los entretiempos de los juegos deportivos de la escuela. Y mientras que la mayor parte de su adolescencia estuvo marcada por la vida diaria misma, siempre hubo ciertos hitos a los que los medios de comunicación no se pudieron resistir. ¿Quién podría culparlos por ello?
Una vez más, los ojos de todo el mundo estuvieron puestos en las vidas de los septillizos. Esto ocurrió cuando un nuevo hito en su famosa existencia salió a la luz: el cumpleaños número 16 años (la primera vez que esta cantidad de hermanos llegaba a esa edad). Y además, claro está, esta situación llegó con una inquietud común en todos ellos: las ganas de comenzar a conducir.
Para los McCaughey, comprar siete autos separados para cada uno de los septillizos era simplemente imposible. Así, cuando les llegó la edad para conducir, su padre Kenny les dijo que era el momento de obtener trabajos para pagar sus propios gastos como las lecciones de manejo y las posibles compras de automóviles. Bien, los hermanos siguieron creciendo de forma normal. Pero ¿cómo se las arreglaron sus padres?
Los septillizos aprendieron a conducir, encontraron sus primeros amores y lidiaron con los aspectos clásicos de la adolescencia. Sin embargo, Kenny y Bobbi McCaughey nunca podían deshacerse del estrés que gobernaba su vida. Siempre estaban en la situación de tener que superar circunstancias y en el esfuerzo por mantener un vínculo estrecho entre todos los miembros de la enorme familia.
Ambos se sentían orgullosos de ver la evolución en la vida de los septillizos. “Es reconfortante sentir que el trabajo realizado rinde sus frutos”, dijo Bobbi sobre sus siempre activos hijos. Si bien a lo largo de los años los padres habían centrado la atención en la crianza de los septillizos, la pregunta ahora era cómo había vivido todo esto Mikayla, la hermana mayor del septeto.
Mientras que los septillizos eran tapa de las revistas y aparecían en la TV cada vez que alcanzaban un nuevo hito en sus vidas, la gente también quería saber qué había sido de Mikayla, la hermana mayor y primogénita de los McCaughey. Al igual que sus otros hermanos, la joven también había luchado mucho para defender su lugar y conseguir sus propios logros.
Así, Mikayla estudió en Des Moines Area Community y en la Universidad del Estado de Arizona. Esto antes de casarse y dar a luz a su primer hijo. Además, a lo largo de los años, siempre se mantuvo cerca de sus hermanos. Incluso cuando los famosos siete se acercaban a la edad adulta, momento en que llegaría otro punto de inflexión.
El 19 de noviembre de 2015, los septillizos cumplieron 18 años. La graduación de la escuela secundaria estaba allí nomás y cada uno de ellos tuvo que tomar algunas decisiones importantes de cara al futuro. Para los padres, ahora, parecía que el tiempo había volado. Kenny y Bobbi recordaron una vez más cuando nacieron los septillizos que ahora eran considerados adultos legales.
Esa mezcla de emociones alcanzó su punto más alto en mayo de 2016 cuando los primeros septillizos supervivientes del mundo aparecieron nuevamente en el foco de la opinión pública con motivo de la graduación del colegio secundario. En esa ocasión, Bobbi reflexionó: “Es triste ver cómo terminan las cosas pero vendrán muchas nuevas vivencias”. Como toda madre, tuvo razón: sus hijos seguirían forjando sus propios caminos y explorando nuevas y sorprendentes alternativas.
Cuando nacieron los septillizos McCaughey, la familia recibió una generosa oferta: educación universitaria gratis para los siete hermanos en diferentes establecimientos. La Universidad Hannibal-LaGrange en Missouri les ofreció a los niños una enseñanza secundaria gratuita y el Estado de Iowa les prometió becas en cualquier universidad estatal de su elección.
Por supuesto, la familia aceptó. Llegado el momento, Natalie, Nathan, Kelsey y Joel fueron a estudiar a la Universidad Hannibal-LaGrange mientras que Kenny Jr. y Alexis se quedaron más cerca de casa y decidieron continuar su educación en la Universidad Des Moines Area Community. El joven restante, Brandon, eligió un camino muy diferente.
El único de los septillizos que no escogió la universidad fue Brandon, que se unió al Ejército de los Estados Unidos apenas terminó la escuela secundaria. Desde muy temprana edad, Brandon mostró cierta afinidad con el mundo militar aunque nadie imaginaba hasta dónde llegaría esa pasión en su vida.
Luego de años de arduo trabajo y entrenamiento, Brandon hizo sentir orgullo a su familia al convertirse en francotirador del Ejército. Aparte de lo que ocurrió con él, nadie hubiera imaginado qué sobrevendría en la vida del resto de los famosos septillizos.
En la actualidad se considera que los siete hermanos McCaughey lograron hacer historia y no solamente por ser los primeros septillizos que sobrevivieron sino también como los únicos en alcanzar los 20 años de vida. Puede que los jóvenes nunca puedan distanciarse totalmente de de su legado colectivo pero eso no les ha impedido continuar con sus vidas personales.
Por ejemplo, Kenny Jr. abrió un negocio de carpintería. Brandon se comprometió con su novia y luego se casó, y Alexis se especializó en educación infantil. Por su parte, Kelsey y Natalie están terminando sus estudios universitarios al igual que Joel y Nathan (ambos comparten el interés por la informática). Pero, ¿cómo toman los hermanos la separación de caminos a la que los enfrenta el destino?
Después de pasar la mayor parte de sus vidas juntos en un entorno meramente familiar, la pregunta era ahora cómo se sentirían los septillizos McCaughey al ver que cada uno seguiría su propio rumbo. La respuesta sorprenderá a muchos.
Todos los hermanos coincidieron en que se extrañarían pero que eso no les impediría la posibilidad de explorar sus propios caminos. Un ejemplo de cómo lo tomaron son los encuentros periódicos que tienen las hermanas McCaughey para seguir conectadas. El resto de los hermanos, se sabe, también sigue en contacto fluido. Ya como adultos jóvenes, los septillizos pudieron ver en retrospectiva y reflexionar sobre su crianza y educación únicas.
Ya sabemos que el nacimiento de los septillizos de McCaughey fue noticia. Asombró a muchas personas como algo épico. Si bien siempre ha habido preguntas acerca de la vida de la familia, los septillizos, de ahora 20 años, pudieron mirar hacia atrás y agradecer por todo lo que habían recibido como familia.
“Nunca estás solo. Siempre hay alguien con quien hablar y pasar el rato. Yo creo que eso es lo mejor de todo”, le confesó Kenny Jr. a Today. Por su parte, su hermana Kelsey coincidió con él: “No creo que haya una parte peor que la otra. Siempre lo disfruté todo”. En el camino de lo septillizos hacia la adultez, una pregunta recurrente se presentaba en sus vidas. ¿Podrían ellos también ser protagonistas de embarazos numerosos?
Con tantos hermanos nacidos al mismo tiempo, uno de los interrogantes más frecuentes era qué sucedería si los septillizos tienen hijos. Vale la pena aclarar que los septillizos no tienen tienen una mayor probabilidad de tener más de un bebé por parto que otras personas.
Estos niños nacieron gracias a un tratamiento de fertilidad asistida y no por una predisposición genética. Sus padres, Bobbi y Kenny, esperaban tener al menos un niño más pero ¡tuvieron siete! Y sobrevivieron. Pero, ¿cómo están hoy esos laboriosos padres?
Este artículo fue traducido del inglés
Fuentes: Washington Post, The Today Show, TIME